1. Primer año de Belsasar.
Debiera advertirse
que Daniel no presenta los materiales de su libro en estricto orden cronológico.
Los acontecimientos de los cap. 5- 6 transcurrieron después de los que se
registran en el cap. 7, pero sin duda por razones de continuidad se completa la
narración histórica en los cap. 1- 6. Ver La Nota Adicional del cap. 5 en cuanto
a la identidad y el lugar histórico ocupado por Belsasar.
Tuvo Daniel un
sueño.
Literalmente, "vio un sueño". El Señor, mediante un sueño, dio a
Daniel una vívida visión de la historia futura del mundo.
La profecía
del cap. 7 cubre esencialmente el mismo lapso histórico que el sueño del cap. 2,
y ambos abarcan desde los días del profeta hasta el establecimiento del reino de
Dios. Nabucodonosor vio los poderes mundiales representados por una gran imagen
de metal; Daniel los vio mediante el simbolismo de bestias y cuernos y vio
también ciertos aspectos de la historia relacionados con las vicisitudes del
pueblo de Dios y el cumplimiento de su plan. El tema del cap. 2 es esencialmente
político. Fue dado, en primer lugar, para informar a Nabucodonosor y para
conseguir su cooperación con el plan divino (ver com. cap. 2: 1). " relación del
pueblo de Dios con las cambiantes escenas políticas no era el tema de esa
profecía. La profecía del cap. 7, como las del resto del libro, fue dada
especialmente para el pueblo de Dios, a fin de que éste entendiera su parte en
el plan divino a través de todos los siglos. La inspirada profecía de los
acontecimientos futuros fue dada teniendo el gran conflicto entre Cristo y
Satanás como telón de fondo. Los esfuerzos del archienemigo de las almas para
destruir a "los santos" fueron desenmascarados y la victoria final de la verdad
fue asegurada.
Escribió.
Para que se pudiese conservar para las
generaciones futuras.
Lo principal del asunto.
Las palabras
arameas que así se traducen son especialmente difíciles de poner en castellano.
La palabra que se traduce "principal" es re`sh, que significa "cabeza", o
"comienzo". El griego de la LXX dice eis kefálaia lógon, que puede ser
interpretado como "resumen". Evidentemente lo que significa esta expresión es
que Daniel anotó e informó el contenido principal del sueño. Ehrlich traduce
esta frase: "los detalles importantes".
2. Vientos.
Del Arameo rúaj, equivalente al hebreo rúaj,
que tiene una variedad de significados, tales como " "aire" " (Jer. 2: 24, donde
se ha traducido "viento" ), "aliento" (Job 19: 17), "espíritu" humano (Sal. 32:
2), "Espíritu" " divino (Sal. 51: 12) y "viento" " (Exo. 10: 13).
Metafóricamente la palabra se usa también para referirse a cosas vacías o vanas
(Jer. 5: 13). Cuando se la usa en una visión simbólica, como aquí, la palabra
parece indicar actividad o alguna forma de energía, determinándose su naturaleza
exacta por el contexto. Por ejemplo, los "vientos" de la visión simbólica de
Ezequiel, que hicieron revivir los esqueletos secos, representaban la energía
divina que hacía revivir a la muerta nación de Israel (Eze. 37: 9-14). Los
"vientos" de Daniel que combatían en el gran mar, haciendo surgir cuatro bestias
-o imperios- representaban a aquellos movimientos -diplomáticos, bélicos,
políticos o de otra índole- que habrían de determinar la historia de ese
período.
Los "cuatro vientos" provenientes de los cuatro puntos
cardinales, representaban sin 847 duda la actividad política en diversas partes
del mundo (Jer. 49: 36; cf. Dan. 8: 8; 11: 4; Zac. 2: 6; 6: 5).
Combatían.
Arameo guaj , que significa "agitar". La forma del
verbo sugiere acción continuada.
El gran mar.
No se especifica
ningún cuerpo de agua, tal como el mar Mediterráneo. El mar es aquí un símbolo
de las naciones del mundo, el "gran mar" de la humanidad en todos los siglos
(Apoc. 17: 15; cf. Isa. 17: 12; Jer. 46: 7).
3. Cuatro bestias.
No se deja librada a la especulación la
aplicación del símbolo. Según el vers. 17, las cuatro bestias representan
"cuatro reyes que se levantarán en la tierra". En vez de "reyes" la LXX,
Teodoción y la Vulgata dicen "reinos". La cuarta bestia es llamada
específicamente "un cuarto reino" (vers. 23) que sigue a los "otros reinos" .
Por lo general se acepta que estas cuatro bestias representan los mismos cuatro
poderes simbolizados por la imagen metálica del cap. 2.
Diferentes.
La diferencia de la cual se habla aquí había sido ilustrada por los
diferentes metales presentados (cap. 2: 38-40).
Subían.
Las
potencias mundiales que se representaban no ejercieron su poder en forma
simultánea, sino sucesiva.
4. León... alas
de águila.
Un símbolo muy adecuado para representar a Babilonia. El león
alado se halla en las obras de arte babilónico. Era común la combinación de león
y águila: generalmente un león con alas de águila, a veces con garras o pico;
otra combinación parecida era el águila con cabeza de león. El león alado es una
de las formas de ese animal-símbolo que a menudo se representa combatiendo junto
a Marduk, el dios patrono de Babilonia. Respecto a estas combinaciones de león y
águila, ver S. H. Langdon, Semitic Mythology ("The Mythology of All Races", t.
13), pp. 118, 277-282, y la fig. 51 frente a p. 106 (león alado), y pp. 116-117,
(águila con cabeza de león); ver también las ilustraciones de varias bestias
mixtas en L. E. Froom, Prophetic Faith of Our Fathers, t. I, pp. 50, 52.
Otros profetas se refirieron al rey Nabucodonosor por medio de figuras
semejantes (Jer. 4: 7; 50: 17, 44; Lam. 4:19; Eze. 17: 3, 12; Hab. 1: 8). El
león como rey de las fieras y el águila como reina de las aves representaban
adecuadamente al Imperio de Babilonia en el apogeo de su gloria. El león se
destaca por su fuerza, mientras que el águila es famosa por el vigor y el
alcance de sus vuelos. El poder de Nabucodonosor se sintió no sólo en Babilonia,
sino desde el Mediterráneo hasta el golfo Pérsico, y desde el Asia Menor hasta
Egipto. Por eso es adecuado representar el alcance del poder de Babilonia con un
león dotado de alas de águila.
Arrancadas.
El león ya no podía
volar como águila para alcanzar su presa. Esto se refiere indudablemente al
tiempo cuando reyes menos poderosos siguieron a Nabucodonosor en el trono de
Babilonia, gobernantes durante cuya administración Babilonia perdió gloria y
poder. Algunos han sugerido también que esto es una posible referencia a la
última parte de la vida de Nabucodonosor, cuando durante siete años le fue
quitado no sólo el poder sino también la razón (cap. 4: 31-33).
Se puso
enhiesta sobre los pies.
Un león erguido como un hombre indica la
pérdida de las cualidades distintivas de un león.
Corazón de hombre.
El apodo del rey Ricardo, "corazón de león", indicaba valor y osadía
poco comunes. A la inversa, un león "con corazón de hombre" señalaría cobardía y
timidez. En sus años de decadencia Babilonia se debilitó a causa de la riqueza y
el lujo, y cayó presa del reino medo-persa.
Algunos piensan que la
expresión "corazón de hombre" representa la desaparición de la característica
animal de voracidad y ferocidad y la humanización del rey de Babilonia. Tal
interpretación podría aplicarse a Nabucodonosor después de su vivencia
humillante, pero no sería una representación apropiada del reino en sus últimos
años.
5. Un oso.
El Imperio Persa,
o Medo-Persa, corresponde con la plata de la imagen (ver com. cap. 2: 39). Como
la plata es inferior al oro, así también en algunos respectos el oso es inferior
al león. Sin embargo, el oso es cruel y rapaz, características que se le
atribuyen a los medos en Isa. 13: 17-18.
De un costado.
El
intérprete (vers. 16) no explica este detalle de la visión. Sin embargo, al
comparar con el pasaje del cap. 8: 3, 20 pareciera que se indica claramente que
el reino estaba. compuesto de dos partes. De los medos y los persas, los últimos
llegaron a tener el poder dominante unos pocos años antes de que el imperio dual
conquistara a Babilonia (ver com. cap. 2: 39).
Tres costillas.
No se mencionan estas costillas 848 en la interpretación (vers. 17-27),
pero muchos comentadores las han considerado como símbolo de los tres
principales poderes que fueron conquistados por el Imperio Medo-Persa: Lidia,
Babilonia y Egipto (ver com. Isa. 41: 6).
Le fue dicho.
No se
identifica al que habla.
6. Semejante a un
leopardo.
El leopardo es un animal feroz y carnívoro, notable por su
velocidad y la agilidad de sus movimientos (ver Hab. 1: 8; Ose. 13: 7).
El poder que habría de seguir al Imperio Persa se identifica en el cap.
8: 21 como "Grecia" " . Esta "Grecia" no debe confundirse con la Grecia del
período clásico, ya que ese período precedió a la caída de Persia. La "Grecia"
que figura en Daniel corresponde con el imperio semigriego y macedónico de
Alejandro Magno (ver com. cap. 2: 39), que dio comienzo a la época que conocemos
como período helenístico. Antes de Alejandro no se podría hacer referencia al
"rey primero" (cap. 8: 21) de un imperio griego, como "un rey valiente" que
tenía "gran poder" (cap. 11: 3).
En 336 a. C. Alejandro heredó el trono
de Macedonia, Estado semigriego en la frontera norte de Grecia. El padre de
Alejandro, Filipo, ya había unido bajo su dominio a la mayoría de las
ciudades-estados de Grecia por el año 338 a. C. Alejandro demostró su temple al
aplastar revoluciones en Grecia y Tracia. Después de haber restablecido el orden
en su propio reino, Alejandro se lanzó a la tarea de conquistar el Imperio
Persa, ambición que había heredado de su padre. Entre los factores que
impulsaban al joven rey a llevar a cabo sus planes estaban la ambición personal,
la necesidad de expansión económica, el deseo de difundir la cultura griega y
una animosidad natural contra los persas a causa de guerras anteriores con sus
compatriotas.
En 334 a. C. Alejandro cruzó el Helesponto y entró en
territorio persa con sólo 35.000 hombres, la insignificante suma de 70 talentos
en efectivo y provisiones para sólo un mes. La campaña fue una serie de
triunfos. La primera victoria fue lograda en Gránico, la segunda en Iso al año
siguiente y otra en Tiro un año después. Pasando por Palestina, Alejandro
conquistó Gaza y después entró en Egipto virtualmente sin oposición. Allí en el
año 331 a. C. fundó la ciudad de Alejandría. Se declaró a sí mismo sucesor de
los faraones y sus tropas lo aclamaron como un dios. Cuando nuevamente ese año
emprendió la marcha, dirigió sus ejércitos hacia Mesopotamia, el corazón del
Imperio Persa. Los persas le hicieron frente cerca de Arbela, al este de la
confluencia de los ríos Tigris y Gran Zab, pero sus fuerzas fueron derrotadas y
se dieron a la huida. Las fabulosas riquezas del mayor imperio mundial estaban a
disposición del joven rey de 25 años de edad.
Después de una
organización preliminar de su imperio, Alejandro prosiguió sus conquistas hacia
el norte y hacia el este. Por el año 329 a. C. ya había tomado Maracanda, que es
ahora Samarcanda, en el Turquestán. Dos años más tarde invadió la parte noroeste
de la India. Sin embargo, poco después de cruzar el río Indo, sus tropas
rehusaron seguir más adelante, y se vio obligado a acceder a sus deseos. De
vuelta en Persia y Mesopotamia, Alejandro debió encarar la gran tarea de
organizar la administración de sus territorios. En 323 a. C. estableció su
capital en Babilonia, ciudad que aún conservaba recuerdos de la gloria del
tiempo de Nabucodonosor. En el mismo año, después de excederse en la bebida,
Alejandro cayó enfermo y murió de "fiebre de los pantanos", que se cree era el
antiguo nombre de la malaria (paludismo) o de una enfermedad similar.
Cuatro alas de ave.
Aunque el leopardo en sí es un animal veloz,
su agilidad natural parece ser inadecuada para describir la asombrosa velocidad
de las conquistas de Alejandro. La visión simbólica representaba al animal con
alas que se le añadían, no sólo dos sino cuatro, que denotan una velocidad
superlativa. El símbolo describe muy adecuadamente la velocidad fulmínea con que
Alejandro y sus macedonios en menos de una década llegaron a adueñarse del mayor
de los imperios que el mundo había conocido. No hay otro ejemplo, en tiempos
antiguos, de movimientos tan rápidos y exitosos de un ejército tan grande.
Cuatro cabezas.
Evidentemente equivalen a los cuatro cuernos del
macho cabrío, que representaban los cuatro reinos (que después se redujeron a
tres) que ocuparon el territorio conquistado fugazmente por Alejandro (ver com.
cap. 8: 8, 20-22). Sin embargo, durante algunos años los generales macedonios de
Alejandro intentaron conservar -en teoría si no en la realidad- la unidad del
vasto 849 imperio. Alejandro murió sin arreglar la sucesión de su trono. Primero
su medio hermano Felipe, débil mental, y después su hijo póstumo, Alejandro,
fueron reyes titulares bajo la regencia de uno u otro de los generales, y el
imperio dividido en un gran número de provincias, las más importantes de las
cuales fueron regidas por unos seis generales principales que actuaron como
sátrapas (ver mapa A, p. 850).
Pero la autoridad central -es decir, los
regentes de los dos reyes títeres- nunca fue lo suficientemente fuerte como para
unir al vasto imperio. Después de unos doce años de luchas internas, durante las
cuales el dominio de diversas zonas del territorio cambió de mano repetidas
veces y en los que ambos reyes fueron muertos, Antígono surgió como el último de
los pretendientes al poder central sobre todo el imperio. Se le oponía una
coalición de cuatro poderosos caudillos: Casandro, Lisímaco, Seleuco y Ptolomeo,
que tenían la intención de dividirse el territorio entre ellos. En 306 a. C.
Antígono se declaró rey (conjuntamente con su hijo Demetrio) de toda la nación y
sucesor de Alejandro. Ante esto, los cuatro aliados, dejando su título inferior
de sátrapas, se declararon reyes de sus respectivos territorios (ver mapa B, p.
850).
La larga lucha a muerte entre los defensores de la unidad bajo el
cetro de Antígono y Demetrio y los partidarios de la partición entre los cuatro
generales fue resuelta en la batalla de Ipso en 301 a. C, Antígono fue muerto,
Demetrio huyó y su territorio fue dividido. Con excepción de pequeños
fragmentos, esto dejó en pie cuatro reinos independientes (ver mapa C, p. 851)
en lugar del inmenso imperio que Alejandro había formado pero que no había
logrado consolidar. Ptolomeo tenía Egipto, Palestina y parte de Siria; Casandro
dominaba Macedonia con soberanía nominal sobre Grecia; Lisímaco tenía Tracia y
una gran parte del Asia Menor; y Seleuco poseía la mayor parte de lo que había
sido el Imperio Persa: parte del Asia Menor, el norte de Siria, Mesopotamia y el
oriente. Demetrio, sólo quedó con la flota y varias ciudades costeras que no
llegaron a conformar un reino, aunque más tarde desplazó a los herederos de
Casandro y fundó la dinastía antigónida en Macedonia.
Unos 20 años
después de la división, los cuatro se redujeron a tres, porque Lisímaco fue
eliminado (ver mapa D, 851). Gran parte de su territorio fue tomado por el
imperio seléucida, pero parte fue invadida por los galos o se desintegró en
pequeños Estados independientes. El más importante de ellos fue Pérgamo. Pero
Macedonia, Egipto el territorio seléucida (a veces conocido como Siria, porque
la parte oriental pronto se perdió) continuaron como las tres principales
divisiones del ex- imperio de Alejandro, has que fueron absorbidas, una a una,
por el Imperio Romano.
Muchos historiadores, especialmente escritores de
libros de texto, que deben eliminar los detalles para dar una visión globa pasan
por alto la división en cuatro y sólo mencionan la posterior y más duradera
división en tres reinos principales, que retuvieron su identidad hasta tiempos
del Imperio Romano.
Algunos intentan buscar la continuación de los
cuatro reinos hasta el período romano, contando a Pérgamo como sucesor del
efímero reino de Lisímaco. Pero si hablamos de tres reinos principales y del
reino mucho menor de Pérgamo, o de tres reinos más un grupo de Estados más
pequeños, es notable que en el momento crítico -cuando fracasó la última
esperanza de mantener unido al imperio de Alejandro, y se hizo inevitable la
división- todo el territorio, excepto fragmento menores, se dividió en cuatro
reinos (ver mapa C, p. 851) como lo especificaba la profecía (cap. 8: 22).
El imperio de Alejandro, aun cuando estuvo dividido, todavía era una
continuación una realización del ideal de su fundador: un mundo
greco-macedónico-asiático de pueblos diferentes unidos por el idioma, el
pensamiento y la civilización de los griegos. Excepto la centralización
política, el mundo henístico constituía una unidad como lo había sido bajo el
reinado de Alejandro, y mucho más de lo que jamás había sido antes. Esto estaba
representado en forma adecuada por una sola bestia con cabezas múltiples (o, en
cap. 8, con cuernos múltiples). Con relación al período helenístico y el
surgimiento de Roma, ver el artículo sobre el período intertestamentario en el
t. V.
7. La cuarta bestia.
Compárese con el ver 19. Quizá no había en la naturaleza ninguna
similitud con la cual designar a esta bestia horrible, puesto que no se hace
ninguna comparación como en el caso de las tres primeras bestias. Sin embargo,
no debiera haber duda
852 de que representaba al mismo poder que está
simbolizado por las piernas de hierro de la gran imagen (ver com. cap. 2: 40).
La historia enseña claramente que el poder mundial que siguió al tercer
imperio de esta profecía fue Roma. Sin embargo, la transición fue gradual. De
manera que es imposible señalar un acontecimiento específico que indique el
momento del cambio. Como ya se ha dicho, el imperio de Alejandro fue dividido
después del 301 a. C. en cuatro (más tarde tres) reinos helenísticos (ver cap.
8: 8), y su reemplazo por el Imperio Romano fue un proceso gradual que implicó
varias etapas principales. Los escritores no están de acuerdo en cuanto a la
fecha que señala la hegemonía del imperio siguiente.
Hacia el año 200 a.
C., cuando Cartago ya no era más rival (aunque no fue destruida sino medio siglo
más tarde), Roma era dueña del Mediterráneo occidental y había comenzado a
relacionarse con el Oriente, donde de allí en adelante también llegaría a
dominar. En 197 a. C. Roma derrotó a Macedonia y puso a los Estados griegos bajo
su protección. En 190 Roma derrotó a Antíoco III y tomó el territorio seléucida
por el este hasta los montes del Tauro. En 168 a. C., en la batalla de Pidna,
Roma acabó con la monarquía de Macedonia, dividiéndola en cuatro
confederaciones; y quizá en ese mismo año reprendió a Antíoco IV haciendo que
abandonara la idea de conquistar Egipto. En 146 a. C. Roma se anexó a Macedonia
como provincia y puso la mayor parte de las ciudades griegas bajo el gobernador
de Macedonia.
Si la dominación romana del Cercano Oriente se computa
desde la fecha en que los monarcas de los tres reinos helenísticos fueron
eliminados por el poder romano, puede considerarse el año 168 como el primer
paso de ese proceso. Sin embargo, los reyes seléucidas y tolemaicos retuvieron
sus tronos hasta mucho después, quedándose hasta el año 63 a. C. en Siria y el
30 a. C. en Egipto. Si se eligen las fechas de la anexión de esos tres reinos
como provincias romanas, las fechas serían 146, 64 y 30 a. C. respectivamente.
Algunos historiadores hacen resaltar el 168 a. C. porque ya para ese tiempo Roma
había conquistado Macedonia y había salvado a Egipto de caer en manos del reino
seléucida al prohibir la invasión de Antíoco IV. Esto demostraría que Roma
virtualmente dominaba los tres reinos aunque no había conquistado más que a uno
de ellos.
No se puede dar una fecha única para un proceso gradual. Sea
cual fuere la elección de fecha o fechas más significativas que se haga, el
traspaso del poder mundial a Roma queda claro, y en el año 30 a. C. se completó
la absorción del territorio de Alejandro desde Macedonia hasta el Eufrates. Ver
el artículo sobre el período intertestamentario en el t. V.
Unos dientes
grandes de hierro.
Los enormes dientes metálicos hablan de crueldad y
fuerza. Así como el animal desgarraba y devoraba su presa con esos colmillos
monstruosos, así Roma devoraba las naciones y pueblos en sus conquistas. Algunas
veces destruía ciudades enteras, como en el caso de Corinto en 146 a. C.; otras
veces reinos, tales como Macedonia y los dominios seléucidas, los que eran
divididos y convertidos en provincias.
Las sobras hollaba.
Cuando Roma no destruía o subyugaba a un pueblo, solía esclavizar a sus
habitantes o los vendía como esclavos. En la intensidad de su poder destructor
Roma sobrepasó a los reinos que previamente habían dominado al mundo.
Diez cuernos.
Según la explicación, son "diez reyes" (vers. 24).
Si los "cuatro reyes" del vers. 17 representaban reinos (ver vers. 23 y com.
vers. 3) paralelos con los cuatro imperios del cap. 2, existe la misma razón
para entender que estos "diez reyes" son también reinos, así como los cuatro
cuernos del macho cabrío son "cuatro reinos" (cap. 8: 22). Las invasiones
sucesivas de numerosas tribus germánicas que penetraron en el Imperio Romano y
el reemplazo de éste por varios Estados separados o monarquías, son hechos bien
comprobados por la historia. Debido a que por lo menos una veintena de tribus
bárbaras invadió el Imperio Romano, los comentadores han confeccionado varias
listas de los reinos establecidos en el territorio del imperio. La siguiente
lista es una de ellas: ostrogodos, visigodos, francos, vándalos, suevos,
alamanes, anglosajones, hérulos, lombardos y burgundios. Algunos prefieren poner
a los hunos en lugar de los alamanes. Sin embargo, los hunos desaparecieron
pronto sin dejar un reino establecido. Este período fue de grandes trastornos,
confusión y cambio, y durante él muchos Estados lograron su independencia.
8. Otro cuerno pequeño.
Mejor,
"otro 853 cuerno, uno pequeño". Aunque pequeño al comienzo, este cuerno es
descrito posteriormente como "más grande que sus compañeros". Se verá que esto
simboliza la continuación del poder romanos mediante la Iglesia Romana. "De las
ruinas de la Roma política se levantó el gran imperio moral en la 'forma
gigante' de la Iglesia Romana" (A. C. Flick, The Rise of the Mediaeval Church ,
1900, p. 150). Ver com. vers. 24-25.
"Bajo la potestad del Imperio
Romano los papas no tenían poder temporal. Pero cuando el Imperio Romano se hubo
desintegrado y su lugar fue ocupado por varios reinos rudos y bárbaros, la
Iglesia Católica Romana no sólo se independizó de esos Estados en el aspecto
religioso, sino que dominó también en lo secular. A veces, bajo gobernantes
tales como Carlomagno (768-814), Otón el Grande (936-973) y Enrique III
(1039-1056), el poder civil tuvo cierto predominio sobre la iglesia; pero en
general, durante el débil sistema político del feudalismo, la iglesia, bien
organizada, unificada y centralizada, con el papa a su cabeza, no sólo era
independiente en los asuntos eclesiásticos sino que también controlaba los
asuntos civiles" (Carl Conrad Eckhardt, The Papacy and World-Affairs [1937] P.
1).
Delante.
Arameo qodam , palabra que se usa frecuentemente en
Daniel, y que significa "antes en lo que atañe al tiempo", o "en presencia de".
La frase "delante de él" puede interpretarse "para darle lugar a él".
Tres cuernos de los primeros.
El "cuerno pequeño" es un símbolo
de la Roma papal. En consecuencia, el que los tres cuernos fuesen arrancados
simboliza la destrucción de tres de las naciones bárbaras. Entre los principales
obstáculos que se le presentaron a la Roma papal en su encumbramiento al poder
político estuvieron los hérulos, los vándalos y los ostrogodos. Los tres eran
defensores del arrianismo, que fue el rival más formidable del catolicismo.
Los hérulos fueron la primera de las tribus bárbaras que dominaron a
Roma. Constituían tropas auxiliares germanas de Roma que se amotinaron, y en 476
d. C. depusieron al último emperador de Occidente, el adolescente Rómulo
Augústulo. A la cabeza de los hérulos y de otras tropas mercenarias estaba
Odoacro, quien se constituyó rey de Roma. Odoacro, que era arriano, aunque
tolerante para con los católicos, era odiado por los italianos. Por sugestión
del emperador Zenón, del imperio de Oriente, Teodorico, caudillo de los
ostrogodos, fue el siguiente en invadir Italia. Lo hizo en 489, y en 493
consiguió que Odoacro se rindiera y poco después lo mató (ver Thomas Hodgkin,
Italy and Her Invaders , t. 3, pp. 180-213).
En lo que se refiere a la
Iglesia Romana, la llegada de Teodorico no significó ninguna mejoría sino sólo
un cambio de caudillos. Teodorico era un arriano tan decidido como su predecesor
en el trono de Italia. Aunque concedió tolerancia a las diversas religiones de
su reino, las desmedidas ambiciones del pontífice romano no podían concretarse
en un sistema que sólo otorgaba tolerancia.
Entre tanto los vándalos,
presididos por Genserico, se habían establecido en el norte de África y habían
tomado a Cartago en 439. Siendo arrianos fanáticos y belicosos, constituían una
amenaza para la supremacía de la Iglesia Católica en el Occidente. Eran
especialmente intolerantes para con los católicos, a quienes llamaban herejes.
Para ayudar a los católicos del Occidente, el emperador, Justiniano, que
gobernaba la mitad oriental del Imperio Romano desde Constantinopla, envió a
Belisario, el más hábil de sus generales. Belisario venció completamente a los
vándalos en 534.
Debido a esta victoria, los ostrogodos quedaron en
Italia como el único poder arriano sobreviviente de importancia que pudiera
estorbar la hegemonía del papado en el Occidente (ver Hodgkin, op. cit. , t. 3,
cap. 15). Después de haber eliminado a los vándalos, Belisario, en 535, comenzó
en Italia su campaña contra los ostrogodos. Aunque esa campaña duró veinte años
antes de que los ejércitos imperiales obtuvieran la victoria completa (ver
Hodgkin, op. cit. , t. 5, pp. 3- 66), la acción decisiva ocurrió en los
comienzos de la campaña. Los ostrogodos, que habían sido expulsados de Roma,
volvieron y la sitiaron en 537. El sitio duró todo un año, pero en 538
Justiniano hizo desembarcar otro ejército en Italia, y en marzo los ostrogodos
abandonaron el asedio (ver Hodgkin, op. cit. , t. 4, pp. 73-113, 210-252;
Charles Diehl, "Justinian", en Cambridge Medieval History , t. 2, p. 15). Es
verdad que en 540 volvieron a entrar en la ciudad durante un periodo muy corto,
pero su ocupación fue breve. Su retirada de Roma en 538 marcó el verdadero fin
del poder ostrogodo, aunque no lo fuera de la nación ostrogoda. Y así fue
"arrancado" el tercero de los tres cuernos que estorbaban al pequeño cuerno.
Justiniano es notable no sólo por su éxito al unir transitoriamente a
Italia y países del Occidente con la mitad oriental de lo que había sido el
Imperio Romano, sino también porque formó un código unificado al reunir y
codificar las leyes que existían entonces en el imperio, incluso nuevos edictos
del mismo Justiniano. En ese código imperial estaban incorporadas dos cartas
oficiales de Justiniano que tenían toda la fuerza de un edicto real. En ellas
confirmaba legalmente al obispo de Roma como "cabeza de todas las santas
iglesias" y "cabeza de todos los santos sacerdotes de Dios" (Código de
Justiniano, libro 1, título 1). En la carta posterior también alaba las
actividades del papa como corrector de herejes.
Aunque ese
reconocimiento legal de la supremacía eclesiástica del papa está fechado en 533,
es evidente que el edicto imperial no podía hacerse efectivo en favor del papa
mientras el reino arriano de los ostrogodos dominara a Roma y la mayor parte de
Italia. El papado estaría en libertad de desarrollar al máximo su poder cuando
el dominio de los godos fuese quebrantado. En 538, por primera vez desde el fin
del linaje imperial de Occidente, la ciudad de Roma fue liberada de la
dominación de un reino arriano. En ese año el reino de los ostrogodos recibió su
golpe mortal (aunque los ostrogodos sobrevivieron aún algunos años más como
pueblo). Por esa razón el año 538 es una fecha más significativa que 533.
Resumiendo: (1) El papa ya había sido reconocido en forma más o menos
amplia (aunque de ninguna manera en forma universal) como obispo supremo de las
iglesias de Occidente y había ejercido considerable influencia política, de
tanto en tanto, bajo el patrocinio de los emperadores occidentales. (2)En 533
Justiniano reconoció la supremacía eclesiástica del papa como "cabeza de todas
las santas iglesias" tanto en Oriente como Occidente, y ese reconocimiento legal
fue incorporado al código de leyes imperiales (534). (3) En 538 el papado fue
realmente liberado del dominio de los reinos arrianos, que dominaron a Roma y a
Italia después de los emperadores occidentales. Desde ese tiempo el papado pudo
aumentar su poder eclesiástico. Los otros reinos se hicieron católicos, uno por
uno, y puesto que los lejanos emperadores de Oriente no retuvieron el dominio de
Italia, el papa surgió a menudo como una figura principal de los turbulentos
acontecimientos que siguieron a este período de Occidente. El papado adquirió
dominio territorial y finalmente alcanzó el apogeo de su dominación política
tanto como religiosa en Europa (ver Nota Adicional al final de este capítulo).
Aunque esa dominación vino mucho más tarde, puede hallarse el punto decisivo en
tiempos de Justiniano.
Algunos piensan que es significativo que Vigilio,
el papa que ocupaba ese cargo en 538, hubiera reemplazado el año anterior a un
papa que había estado bajo la influencia gótica. El nuevo papa debía su puesto a
la emperatriz Teodora y era considerado por Justiniano como el medio para unir a
todas las iglesias de Oriente y de Occidente bajo su dominio imperial. Se ha
hecho notar que, a partir de Vigilio, los papas fueron más y más estadistas a la
vez que eclesiásticos, y a menudo llegaron a ser gobernantes seculares (Charles
Bemont y G. Monod, Medieval Europe , p. 121).
Este cuerno.
Siendo que los diez cuernos representan al Imperio Romano dividido
después de su caída (ver com. vers. 7), el cuerno pequeño debe representar a
algún poder que surgiría entre ellos y tomaría el lugar de algunos de esos
reinos (ver cita en com. cap. 8: 23).
Ojos.
Generalmente se los
toma como un símbolo de inteligencia. A manera de contraste con los bárbaros,
que mayormente eran analfabetos, el poder representado por el "cuerno pequeño"
era notable por su inteligencia, su perspicacia y su previsión.
Hablaba
grandes cosas.
Ver com. vers. 25.
9. Puestos.
Arameo, remah , "colocar" o "levantar" ,
aunque igualmente puede significar "arrojar" (cap. 3: 20; 6: 16, 24). La LXX usa
títhémi , que significa "levantar", "colocar", "erigir". Se muestra aquí una
representación del gran juicio final que determina los destinos de los hombres y
de las naciones.
Anciano de días.
Así dice el arameo; no hay
artículo definido. La expresión es más una descripción que un título. El
artículo se usa en los vers. 13 y 22 como artículo de referencia previa, es
decir que su función es la de referirse al Ser ya descrito. Se representa a Dios
el Padre. 855
Cuyo vestido.
Se debe tener cuidado al interpretar
las representaciones de las visiones simbólicas. "A Dios nadie le vio jamás"
(Juan 1: 18). Daniel sólo vio una representación de la Deidad. No podemos saber
hasta qué punto esa representación refleja la realidad. En visión la Deidad se
presenta en varias formas, y la forma que asume generalmente atañe al propósito
didáctico de la visión. En una visión del segundo advenimiento, Juan vio a Jesús
sentado sobre un caballo blanco, vestido de una ropa teñida en sangre y con una
espada que salía de su boca (Apoc. 19: 11-15). Obviamente, cuando nuestro
Salvador vuelva no esperamos verlo vestido así, armado ni a caballo. Sin
embargo, cada uno de estos elementos tiene un valor didáctico (ver com. Apoc.
19:11-15). En la visión de Daniel podemos ver en las vestimentas blancas un
símbolo de pureza y en los cabellos blancos un signo de antigüedad, pero ir más
allá del simbolismo y hacer especulaciones sobre la apariencia de Aquel que
"habita en luz inaccesible" (1 Tim. 6:16) es entrar en el terreno de una
teorización prohibida (8T 279). No podemos dudar de que Dios es un ser personal.
"Dios es espíritu; sin embargo, es un Ser personal, puesto que el hombre fue
hecho a su imagen" (3JT 262). "Nadie especule sobre su naturaleza [la de Dios].
Sobre esto el silencio es elocuencia" (8T 279). Ver com. Eze. 1: 10 con
referencia a la interpretación de visiones simbólicas.
10. Millares de millares.
Estos representan a los ángeles
celestiales que ministran delante del Señor y cumplen siempre su voluntad. Los
ángeles desempeñan una parte importante en el juicio. Son simultáneamente
"ministros y testigos" (CS 533).
Se sentó.
O "comenzó a
sentarse". A Daniel se le muestra el juicio final en sus dos aspectos:
investigador y ejecutivo.
Durante el juicio investigador se examinarán
los registros de todos aquellos que en un tiempo u otro han profesado lealtad a
Cristo. La investigación no se hace para informar a Dios ni a Cristo, sino para
informar al universo en general, para que al aceptar a algunos y rechazar a
otros, Dios sea vindicado. Satanás pretende que todos los hombres son legalmente
sus súbditos. Acusa delante de Dios a aquellos por quienes Jesús intercede en el
juicio; pero Jesús alega el arrepentimiento y la fe de los acusados. Como
resultado del juicio se confecciona un registro de los que serán ciudadanos del
futuro reino de Cristo. Ese registro incluye los nombres de hombres y mujeres de
toda nación, tribu, lengua y pueblo. Juan habla de los redimidos en la tierra
nueva como de "las naciones" de los salvos (Apoc. 21: 24).
Los libros
fueron abiertos.
Compárese con Apoc. 20: 12. La siguiente enumeración
aparece en CS 533-535: (1) El libro de la vida, donde se registran los nombres
de todos aquellos que han aceptado servir a Dios. (2) El libro de memoria, un
registro de las buenas obras de los santos. (3) Un registro de los pecados de
los hombres. Al comentar una visión de la fase ejecutiva del juicio, al final de
los 1.000 años, se hace la siguiente clasificación: (1) El libro de la vida que
registra las buenas obras de los santos. (2) El libro de la muerte que consigna
las malas obras de los impenitentes. (3) El libro de los estatutos, la Biblia,
según cuyas normas los hombres son juzgados. (PE 52).
11. Yo entonces miraba.
Daniel vio en visión profética que
un acontecimiento seguía rápidamente a otro. Nótese la repetición de las
declaraciones "miraba yo" y "veía yo" a lo largo de la narración de estas
visiones. Estas cláusulas introducen la transición de una escena a la siguiente.
Grandes palabras.
Ver com. vers. 25.
Mataron a la
bestia.
Esto representa el fin del sistema u organización que
simbolizaba el cuerno. Pablo presenta el mismo poder bajo los títulos "hombre de
pecado" , "hijo de perdición" , "aquel inicuo" , y habla de su destrucción
cuando Cristo vuelva (2 Tes. 2: 3-8; cf. Apoc. 19: 19-21).
12. Quitado a las otras bestias su dominio.
El territorio de Babilonia fue sometido por Persia. Sin embargo, se
permitió que subsistieran los súbditos de Babilonia. De la misma manera, cuando
Macedonia conquistó a Persia y cuando Roma conquistó a Macedonia, no fueron
aniquilados los habitantes de los países conquistados. junto con la destrucción
final del poder del cuerno pequeño toda la tierra será despoblada (ver com.
vers. 11).
13. Como un hijo de hombre.
Arameo, kebar 'enash , literalmente "como hijo de hombre". Según el uso
arameo, la frase podría traducirse: "como hombre" ( Hans Bauer y Pontus Leander,
Grammatik des Biblisch-Aramäischen [Halle, 1927], p. 315d). La LXX 856 reza Hós
huiós anthrpóu , también literalmente, "como hijo de hombre".
Algunas de
las traducciones castellanas revisadas (BJ, NC) siguen esta traducción literal.
Hay quienes han creído que tal traducción disminuye la majestad de nuestro
Redentor. La frase "hijo de hombre" indudablemente es algo indefinida. Sin
embargo, en arameo tiene mucho significado. El arameo, así como otros idiomas
antiguos, omite el artículo cuando se quiere dar énfasis a la calidad y lo usa
cuando se desea recalcar la identidad. El orden normal de la narración profética
es que el profeta primero describe lo que ha visto, y luego se ocupa de la
identidad. Los datos proféticos se presentan generalmente sin el artículo.
Cuando se los vuelve a mencionar, se usa el artículo (ver com. vers. 9). De esa
manera se habla de "cuatro bestias"grandes" (vers. 3), y no "las cuatro bestias
grandes" , pero posteriormente de "todas las bestias" " (vers. 7). El Anciano de
gran edad es presentado como "Anciano de días" " (ver com. vers. 9), pero más
tarde es mencionado como " "el Anciano de días" (vers. 13, 22; ver com. vers.
9). Compárese también, "un carnero" y "el carnero" , "un macho cabrío" y "el
macho"cabrío" (cap. 8: 3-8), etc. En armonía con esta regla, el Hijo de Dios es
presentado -literalmente- como "uno de forma humana". No se le aplica nuevamente
esta expresión en esta profecía. Si así fuera, probablemente aparecería el
artículo definido. En el NT la expresión "Hijo del Hombre" que, según la opinión
de la mayoría de los comentadores, se basa en el cap. 7: 13, aparece casi
invariablemente con el artículo.
En vez de la traducción "hijo de
hombre", la traducción "uno, de forma humana" representaría más adecuadamente la
frase aramea. Dios prefirió presentar a su Hijo en esta visión profético
poniendo especial énfasis sobre su humanidad (ver DMJ 20).
En la
encarnación, el Hijo de Dios tomó sobre sí la forma humana (Juan 1: 1-4, 12, 14;
Fil. 2: 7; Heb. 2: 14; etc.) y llegó a ser el Hijo del Hombre (ver com. Mar. 2:
10), uniendo así la divinidad con la humanidad con un lazo que nunca había de
quebrarse (DTG 17). Así los pecadores arrepentidos tienen como su representante
ante el Padre a "uno como" ellos mismos, uno que fue tentado en todo como lo son
ellos y que se conmueve por sus flaquezas (Heb. 4: 15). ¡Qué pensamiento
consolador!
Vino hasta el Anciano de días.
Esto no puede
representar la segunda venida de Cristo a esta tierra, puesto que Cristo llega
hasta el "Anciano de días". Aquí se representa la entrada de Cristo en el lugar
santísimo para la purificación del santuario (CS 479, 533-534).
14. Le fue dado dominio.
En Luc.
19: 12-15 se representa a Cristo como a un noble que emprendió un viaje a
tierras lejanas para recibir un reino, y volver. Al final de su ministerio
sacerdotal en el santuario, mientras todavía está en el cielo, Cristo recibe el
reino de su Padre y después vuelve a la tierra a buscar a sus santos (ver CS
481; PE 55, 210).
15.
Turbó.
Arameo
kerah , "estar afligido", "enfermo".
16. Uno de los que.
No se identifica a este ser. Daniel
está aún en visión y el ser a quien se dirige probablemente es uno de los que
ayudan en el juicio. Cuando con corazón sincero buscamos un mejor entendimiento
espiritual, el Señor tiene a alguien listo para ayudarnos. Los ángeles ansían
comunicar la verdad a los hombres. Son espíritus ministradores (Heb. 1: 14)
comisionados por Dios para traer mensajes del cielo a la tierra (Hech. 7: 53;
Heb. 2: 2; Apoc. 1: 1).
17. Cuatro reyes.
Ver com. vers. 3-7.
18. Poseerán el
reino.
Todos los reyes y gobiernos terrenales desaparecerán, pero el
reino del Altísimo durará para siempre. La usurpación y el mal gobierno de los
impíos durará algún tiempo, pero pronto terminará. Entonces esta tierra será
devuelta a su Dueño legítimo, quien la compartirá con los santos. Los que
durante mucho tiempo han estado en la pobreza y han sido menospreciados por los
hombres pronto serán honrados y ensalzados por Dios.
Hasta el siglo,
eternamente y para siempre.
El énfasis de la frase hace resaltar la idea
de perpetuidad. No hay nada transitorio en la ocupación de la tierra restaurada.
El contrato de alquiler nunca expirará, y los habitantes vivirán seguros en sus
moradas propias. " "No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que
otro coma" " , porque los "escogidos" de Dios "disfrutarán la obra de sus manos"
(Isa. 65: 22)
19. Saber la verdad.
Compárese con el vers. 7. Daniel repite las especificaciones
anteriormente descritas. Le interesa especialmente la cuarta bestia, tan
diferente de las anteriores en su aspecto y en su actividad. Su 857 pregunta
concentra dramáticamente la atención en el gran poder perseguidor de la historia
(ver com. vers. 24-25).
20. Más grande.
Arameo rab , "grande", "magno". " frase reza literalmente, "su
apariencia grande más que sus compañeros". Aunque pequeño en sus comienzos, este
cuerno pequeño creció hasta ser mayor que cualquiera de los otros cuernos. Este
poder sería superior a todos los otros poderes terrenales. Ver com. vers. 24-25
donde hay una interpretación de las características aquí presentadas.
21. Hacía guerra contra los santos.
Este cuerno pequeño representaba un poder perseguidor que llevaba a cabo
una campaña de exterminio contra el pueblo de Dios (ver com. vers. 25).
Los vencía.
Durante largos siglos (ver com. vers. 25) los santos
parecían indefensos ante esa fuerza destructora.
22. Vino el Anciano de días.
Daniel relata los
acontecimientos en la forma en que los vio en visión. La venida del Anciano de
días quiere decir la aparición de ese Ser en el telón profético. En cuanto al
significado de estos acontecimientos, ver com. vers. 9-14.
Se dio el
juicio.
No sólo se daría el fallo a favor de los santos, sino que según
Pablo (1 Cor. 6: 2-3) y Juan (Apoc. 20: 4) los santos ayudarán en la obra del
juicio durante los 1.000 años (CS 719).
23. Devorará.
Ver com. vers. 7.
24.Diez cuernos.
Respecto a las divisiones del Imperio
Romano, ver com. vers. 7.
De los primeros.
Mejor, "de los
cuernos anteriores". Los anteriores representaban reinos seculares. El poder
representado por este cuerno peculiar era de naturaleza político-religiosa. El
papado es un reino eclesiástico gobernado por un "Pontífice"; los otros reinos
eran poderes seculares gobernados por reyes.
25.Hablará palabras.
Arameo millin (singular millah ),
simplemente, "palabras". La expresión "grandes cosas" (vers. 8, 20) es una
traducción del vocablo arameo rabreban . Millah se traduce "asunto" " en cap. 2:
5, 8, 10-11, 23; 5: 15, 26; 7: 1; "palabra" en los cap. 4: 31, 33; 5: 10; 7: 11,
25, 28; "edicto" en 3: 28; 6: 12 y "respuesta" en 2: 9.
Contra.
Arameo letsad . Si bien tsad significa "lado", letsad no significa, como
se esperaría, "al lado", sino "contra". Pero aquí parecería significar además
"ponerse en lugar de". Al oponerse al Altísimo, el cuerno pequeño pretendería
ser igual a Dios (ver com. 2 Tes. 2: 4; cf. Isa. 14: 12-14).
La
literatura eclesiástica abunda en ejemplos de las pretensiones arrogantes y
blasfemas del papado. Ejemplos típicos son los siguientes tomados de una gran
obra enciclopédica escrita por un teólogo católico del siglo XVIII: "El papa es
de una dignidad tan grande y es tan excelso, que no es un mero hombre, sino como
si fuera Dios y el vicario de Dios...
"El papa está coronado con una
triple corona, como rey del cielo y de la tierra y de la regiones inferiores...
"El papa es como si fuera Dios sobre la tierra, único soberano de los
fieles de Cristo, jefe de los reyes, tiene plenitud de poder, a él le ha sido
encomendada por Dios omnipotente la dirección no sólo del reino terrenal sino
también del reino celestial...
"El papa tiene tan grande autoridad y
poder que puede modificar, explicar e interpretar aun las leyes divinas...
"El papa puede modificar la ley divina, ya que su poder no es de hombre
sino de Dios, y actúa como vicerregente de Dios sobre la tierra con el más
amplio poder de atar y soltar a sus ovejas.
"Cualquier cosa que se diga
que hace el Señor Dios mismo, y el Redentor, eso hace su vicario, con tal que no
haga nada contrario a la fe" (traducción de Lucio Ferraris, "Papa II", Prompta
Bibliotheca , t. VI, pp. 25-29).
Quebrantará.
O, "desgastará".
Esto se describe antes con las palabras, "este cuerno hacía"guerra contra los
santos, y los vencía" " (vers. 21). La frase describe una persecución continua e
implacable. El papado reconoce que ha perseguido y defiende tales hechos como el
legítimo ejercicio del poder que pretende haber recibido de Cristo. Lo siguiente
está tomado de The Catholic Encyclopedia :
"En la bula 'Ad exstirpanda'
(1252), Inocencio IV dice: 'Cuando los que hayan sido condenados como culpables
de herejía hayan sido entregados al poder civil por el obispo o su
representante, o la Inquisición, el podestá o primer magistrado de la ciudad los
llevará inmediatamente y ejecutará las leyes promulgadas contra ellos, dentro
del término máximo de cinco días'... Ni podía quedar duda alguna en cuanto a
cuáles disposiciones civiles se indicaban, porque los pasajes que ordenaban
quemar a los herejes impenitentes 858 estaban incluidos en los decretos papales
de las constituciones imperiales 'Commissis nobis' e 'lnconsutibilem tunicam'.
La bula antes mencionada 'Ad exstirpanda' permaneció de allí en adelante como
documento fundamental de la Inquisición, renovada o puesta nuevamente en
vigencia por varios papas, Alejandro IV (1254-61), Clemente IV (1265-68),
Nicolás IV (1288-92), Bonifacio VIll (1 294-1303) y otros. Por lo tanto, las
autoridades civiles estaban obligadas por los papas, so pena de excomunión, a
ejecutar las sentencias legales que condenaban a los herejes impenitentes a la
hoguera" (Joseph Blötzer, art. "Inquisition", t. VIII, p. 34).
Pensará.
Arameo sebar , "procurar", "intentar". Se indica un esfuerzo premeditado
(CS 499-500).
Tiempos.
Arameo zimnin (singular, zeman ), término
que indica tiempo fijo, como en los cap. 3: 7-8; 4: 36; 6: 10, 13, o un lapso
como en los cap. 2: 16; 7: 12. En el cap. 2: 21 se da una sugestión en cuanto al
significado de la expresión "cambiar los tiempos'. Allí se usan juntas otra vez
las mismas palabras arameas que significan "mudar" y "tiempos". Sin embargo, en
ese pasaje Daniel dice que es Dios quien tiene la autoridad de mudar los
tiempos. Es Dios quien rige el destino de las naciones. Es él quien "quita
reyes, y pone"reyes" (cap. 2: 21). "En la palabra de Dios contemplamos detrás,
encima y entre la trama y urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de
los hombres, los instrumentos del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y
pacientemente los consejos de la voluntad de Dios" (Ed 169). Es también Dios
quien determina el "tiempo" (arameo zeman ) cuando los santos poseerán el reino
(cap. 7: 22). El esfuerzo del cuerno pequeño para mudar los tiempos indicaría un
esfuerzo premeditado para ejercer el derecho divino de dirigir el curso de la
historia humana.
La ley.
Arameo dath , palabra usada para
referirse tanto a la ley humana (cap. 2: 9, 13, 15; 6: 8, 12, 15) como a la
divina (Esd. 7: 12, 14, 21, 25-26). Es evidente que aquí se hace referencia a la
ley divina, ya que la ley humana puede ser cambiada según la voluntad de la
autoridad civil, y tales cambios difícilmente podrían ser el tema de la
profecía. Al investigar si el papado ha intentado cambiar las leyes divinas o
no, encontramos la respuesta en la gran apostasía de los primeros siglos de la
era cristiana cuando fueron introducidas numerosas doctrinas y prácticas
contrarias a la voluntad de Dios revelada en las Sagradas Escrituras. El cambio
más audaz corresponde al día de descanso semanal. La iglesia apóstata admite sin
ambages que es responsable de la introducción del descanso dominical, y pretende
que tiene el derecho de hacer tales cambios (CS 499-500). Un catecismo
autorizado para sacerdotes dice: "La Iglesia de Dios [es decir, la Iglesia
Católica] en su sabiduría ha ordenado que la celebración del día sábado fuese
transferida al 'día del Señor' " (Cathechism of the Council of Trent ,
traducción de Donovan, Ed. 1829, p. 358). Este catecismo fue escrito por orden
del gran Concilio de Trento y publicado bajo los auspicios del Papa Pío V.
Durante los tiempos del NT los cristianos observaron el sábado, séptimo
día de la semana (ver com. Hech. 17: 2). " transición del sábado al domingo fue
un proceso gradual que comenzó antes de 150 d. C. y continuó durante unos tres
siglos. Las primeras referencias históricas que tenemos en cuanto a la
observancia del domingo por profesos cristianos aparecen en la Epístola de
Bernabé (cap. 15) y en la Primera apología de Justino Mártir (cap. 67), obras
que datan aproximadamente del 150 d. C. Ambas condenan la observancia del sábado
e instan a observar el domingo. Las primeras referencias auténticas al domingo
como "día del Señor" proceden de fines del siglo II y provienen del llamado
Evangelio según San Pedro y de Clemente de Alejandría ( Misceláneas , v. 14).
Antes de la revolución judía instigada por Barcoquebas en 132-135 d.
C.,, el Imperio Romano reconocía al judaísmo como una religión legal y al
cristianismo como una secta judía. Pero como resultado de esa revolución los
judíos y el judaísmo se desprestigiaron. Para evitar la persecución que siguió,
de allí en adelante los cristianos trataron por todos los medios posibles de
dejar en claro que no eran judíos. Las repetidas referencias que hacen los
escritores cristianos de los tres siglos siguientes a la observancia del sábado
como una práctica "judaizante", junto con el hecho de que no hay referencia
histórica de la observancia cristiana del domingo como día sagrado antes de la
revolución judía, indican el período comprendido entre los años 135-150 como el
tiempo cuando los cristianos empezaron a atribuirle santidad de día de reposo al
primer día de la semana. 859 Sin embargo, la observancia del domingo no
reemplazó inmediatamente a la del sábado sino que la acompañó y completó.
Durante varios siglos los cristianos observaron ambos días. Por ejemplo, a
comienzos del siglo III, Tertuliano observó que Cristo no había anulado el
sábado. Un poco más tarde, en las Constituciones apostólicas , libro apócrifo,
(ii. 36) se amonestaba a los cristianos a "guardar el sábado y la fiesta del día
del Señor".
A principios del siglo IV el domingo había alcanzado una
clara preferencia oficial sobre el sábado. En su Comentario sobre el Salmo 92
Eusebio, principal historiador eclesiástico de esa época, escribió: "Todas
aquellas cosas que era deber hacer en el sábado, las hemos transferido al día
del Señor, como que le pertenecen de manera más apropiada, porque este día tiene
preferencia y ocupa el primer lugar y es más honorable que el sábado judío".
La primera acción oficial de la Iglesia Católica que expresa preferencia
por el día domingo fue tomada en el Concilio de Laodicea (c. 364 d. C.). El
canon 29 de ese concilio estipula que "los cristianos no han de judaizar y estar
sin trabajar en sábado, sino, que han de trabajar ese día; pero honrarán de
especial manera el día del Señor, y como cristianos que son, si es posible, no
harán ningún trabajo en ese día. Sin embargo, si se los encuentra judaizando,
serán excluidos de Cristo". Este concilio dispuso que hubiera culto en el día
sábado, pero designó a ese día como día laborable. Es digno de notarse que ésta,
la primera ley eclesiástica que ordena la observancia del domingo, especifica el
judaizar como la razón para evitar la observancia del sábado. Además, la rígida
prohibición de la observancia del sábado es una evidencia de que muchos estaban
todavía 'judaizando' en ese día. En realidad, los escritores cristianos de los
siglos IV y V con frecuencia amonestan a sus correligionarios en contra de esa
práctica. Por ejemplo, alrededor del año 400, Crisóstomo observa que muchos
guardaban aún el sábado a la manera judía y estaban así judaizando.
Los
registros de la época también revelan que las iglesias de Alejandría y Roma
fueron las principales en fomentar la observancia del domingo. Por 440 d. C. el
historiador eclesiástico Sócrates escribió que "aunque casi todas las iglesias
del mundo celebran los sagrados misterios cada semana en sábado, sin embargo los
cristianos de Alejandría y Roma, por una antigua tradición, han dejado de hacer
esto" (Ecclesiastical History v. 22). Alrededor de la misma fecha Sozomenos (o
Sozomeno) escribió que "la gente de Constantinopla, y de casi todas partes, se
reúne en el sábado, tanto como en el primer día de la semana, costumbre que
nunca se observa en Roma ni en Alejandría".
Hay pues tres hechos claros:
(1) El concepto de la santidad del domingo entre los cristianos se originó,
principalmente, en su esfuerzo de evitar prácticas que los identificaran con los
judíos, y provocaran así persecución. (2) La iglesia de Roma desde muy antiguo
fomentó una preferencia por el domingo; y la creciente importancia que se le dio
al domingo en la iglesia primitiva, a expensas del sábado, siguió muy de cerca
al crecimiento gradual del poder de Roma. (3) Finalmente, la influencia romana
prevaleció para hacer que la observancia del domingo fuese motivo de una ley
eclesiástica, en la misma forma en que prevaleció para establecer otras
prácticas tales como la adoración de María, la veneración de los santos y de los
ángeles, el uso de imágenes y las oraciones por los muertos. La santidad del
domingo descansa sobre la misma base que esas otras prácticas que no se
encuentran en las Escrituras, y que fueron introducidas en la iglesia por el
obispo de Roma.
Hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
La
palabra aramea 'iddan, que aquí se traduce "tiempo" , aparece también en el cap.
4: 16, 23, 25, 32. En estos pasajes la palabra 'iddan indudablemente significa
"un año" (ver com. cap. 4: 16). La palabra que se traduce "tiempos", que también
proviene de 'iddan , era puntuada por los masoretas como plural, pero los
eruditos generalmente están de acuerdo en que debiera puntuarse como dual,
indicando así "dos tiempos". La palabra que se traduce "medio", pelag puede
también traducirse "mitad'. Por eso, es más aceptable la traducción de la
Versión Moderna: 'Un tiempo, y dos tiempos, y la mitad de un tiempo".
Al
comparar este pasaje con profecías paralelas que se refieren al mismo período,
pero designándolo de otras maneras, podemos calcular el total del tiempo
implicado. En Apoc. 12: 14 se denomina a este período "un tiempo, y tiempos y la
mitad de un tiempo" . Un poco antes, en Apoc. 12: 6, se hace 860 referencia al
mismo período al decir " "mil doscientos sesenta días". " En Apoc. 11:2-3 la
expresión " "mil doscientos sesenta días" equivale a "cuarenta y dos meses". Así
queda claro que un período de tres tiempos y medio corresponde con 42 meses, que
a su vez son representados como 1.260 días, y que un "tiempo" equivale a 12
meses o 360 días. Este período puede llamarse un año profético. Sin embargo, no
debe confundirse un año profético de 360 días ó 12 meses de 30 días cada uno con
el año judío, que era un año lunar de extensión variable (tenía meses de 29 y de
30 días), ni con el calendario solar de 365 días (ver t. 11, pp. 114-115). Un
año profético significa 360 días proféticos, pero un día profético representa un
año solar.
Esta distinción puede explicarse así: Un año profético de 360
días no es literal sino simbólico. Por eso sus 360 días son proféticos, no
literales. Según el principio de día por año, ilustrado en Núm. 14:34 y Eze.
4:6, un día en profecía simbólica representa un año literal. Así un año
profético, o "tiempo", simboliza 360 años naturales, literales, y de la misma
manera un período de 1.260 ó 2.300 o de cualquier otra cantidad de días
proféticos representa la misma cantidad de años literales (es decir, años
solares completos, marcados por las estaciones que son controladas por el sol).
Aunque el número de días de cada año lunar era variable, el calendario judío se
corregía con la adición ocasional de un mes extra (ver t. II, pp. 106-107), de
modo que para los escritores bíblicos -al igual que para nosotros- una larga
serie de años siempre era igual al mismo número de años solares naturales. En
cuanto a la aplicación histórica del principio de día por año ver pp. 41-80.
La validez del principio de día por año ha sido demostrada por el
cumplimiento preciso de varias profecías calculadas por este método, en
particular la de los 1.260 días y la de las 70 semanas. Un período de tres años
y medio contados en forma literal es completamente exiguo para cumplir los
requisitos de las profecías de 1.260 días con relación al papado. Pero cuando,
de acuerdo con el principio de día por año, el período se extiende a 1.260 años,
la profecía tiene un cumplimiento excepcional.
En julio de 1790, treinta
obispos católicos se presentaron ante los que encabezaban el gobierno
revolucionario de Francia para protestar por la legislación que independizaba al
clero francés de la jurisdicción del papa y lo hacía responsable directamente
ante el gobierno. Preguntaron si los dirigentes de la revolución iban a dejar
libres a todas las religiones "excepto aquella que fue una vez suprema, que fue
mantenida por la piedad de nuestros padres y por todas las leyes del Estado y ha
sido por mil doscientos años la religión nacional" (A. Aulard, Christianity and
the French Revolution , p. 70).
El período profético del cuerno pequeño
comenzó en 538 d. C., cuando los ostrogodos abandonaron el asedio a Roma, y el
obispo de Roma, liberado del dominio arriano, quedó libre para ejercer las
prerrogativas del decreto de Justiniano de 533, y aumentar de allí en adelante
la autoridad de la "Santa Sede" (ver com. vers. 8). Exactamente 1.260 años más
tarde (1798) las espectaculares victorias de los ejércitos de Napoleón en Italia
pusieron al papa a merced del gobierno revolucionario francés, quien informó a
Bonaparte que la religión romana sería siempre la enemiga irreconciliable de la
república, y que "hay una cosa aún más esencial para alcanzar el fin deseado, y
eso es destruir, si es posible, el centro de unidad de la iglesia romana, y
depende de Ud., que reúne en su persona las más distinguidas cualidades del
general y del hábil político, alcanzar esa meta si lo considera factible" (Id.,
p. 158). En respuesta a esas instrucciones y por orden de Napoleón, el general
Berthier entró en Roma con un ejército francés, proclamó que el régimen político
del papado había concluido y llevó al papa prisionero a Francia, donde murió en
el exilio.
El derrocamiento del papado en 1798 marca el pináculo de una
larga serie de acontecimientos vinculados con su decadencia progresiva, y
también la conclusión del período profético de los 1.260 años. Ver la Nota
Adicional al fin de este capítulo, donde hay un bosquejo más completo del
surgimiento y la decadencia del papado.
26. Se sentará el juez.
Ver com. vers. 9-1l. El veredicto
será sentencia de muerte para el papado. Este poder continuará su guerra contra
los santos hasta el mismo fin. Entonces su dominio sobre ellos será quitado para
siempre, y será exterminado.
27. Sea dado.
Aquí encontramos una vislumbre consoladora del resultado final de toda
la agitación y persecución por la cual 861 habrán pasado los santos. ¡Bendito
pensamiento! Cristo ha de volver pronto en busca de sus santos y los llevará
para que disfruten de su eterno reinado y galardón.
Todos los dominios.
En la tierra restaurada, la morada de los justos, no habrá discordia ni
descontento. Todo el universo pulsará en completa armonía. Todos los que serán
salvos obedecerán voluntariamente a Dios y morarán en su bendita presencia para
siempre.
28. Mis pensamientos.
O,
"mis meditaciones".
Me turbaron.
O, "me asustaron".
Rostro.
Arameo ziw , que significa, según algunos eruditos,
"semblante", según otros "brillantez', probablemente en el sentido de
"apariencia". La revelación de la historia futura de los santos asombró y
entristeció grandemente al profeta.
NOTA ADICIONAL DEL
CAPÍTULO 7
El desarrollo de la gran apostasía que culminó con
el papado fue un proceso gradual que abarcó varios siglos. La declinación de ese
poder siguió un proceso semejante.
Respecto al futuro, Jesús advirtió a
sus discípulos: " "Mirad que nadie os"engañe" , porque " "muchos falsos profetas
se levantarán, y engañarán a "muchos" , haciendo "grandes señales y prodigios"
para confirmar sus pretensiones engañosas, " "de tal manera que engañarán, si
fuere posible, aun a los escogidos" " (Mat. 24: 4, 11, 24).
Pablo,
hablando por inspiración, declaró que se levantarían "hombres que " hablarían "
"cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" " (Hech. 20: 30). El
resultado iba a ser una "apostasía" " durante la cual se revelaría ese poder al
cual llama "hombre de pecado" y "misterio de la iniquidad" para oponerse a la
verdad, exaltarse por encima de Dios y usurpar la autoridad de Dios sobre la
iglesia (2 Tes. 2: 3-4, 7). Este poder que -según la advertencia de Pablo- ya
estaba obrando en forma limitada (vers. 7) obraría " "por obra de Satanás, con
gran poder y señales y prodigios "mentirosos" (vers. 9). La forma sutil de su
crecimiento había de ser tan astutamente disfrazada que sólo los que creyesen
sinceramente la verdad y la amasen. estarían a salvo de sus pretensiones
engañosas (vers. 10- 12).
Antes del fin del primer siglo, el apóstol
Juan escribió que "muchos falsos"profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4:
1), y un poco después que "muchos engañadores han salido por el mundo" (2 Juan
7). Esto, afirmó, es el " "espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído
que viene, y que "ahora ya está en el mundo" " (1 Juan 4: 3).
Estas
predicciones advertían de la presencia de fuerzas siniestras que ya obraban en
la iglesia, fuerzas que presagiaban herejía, cisma y apostasía de proporciones
mayores. Pretendiendo poseer privilegios y autoridad que pertenecen sólo a Dios,
y sin embargo obrando mediante principios y métodos opuestos a Dios, este
instrumento finalmente engañaría a la mayoría de los cristianos para que
aceptasen su liderazgo, y así se aseguraría el dominio de la iglesia (Hech. 20:
29-30; 2 Tes. 2: 3-12).
Durante los tiempos apostólicos cada
congregación local elegía sus dirigentes y se manejaba por sí misma. Sin
embargo, la iglesia universal era "un cuerpo" en virtud de la operación
invisible del Espíritu Santo y la dirección de los apóstoles que unían a los
creyentes por doquiera en "un"Señor, una fe, un bautismo" (Efe. 4: 3-6). Los
dirigentes de las iglesias locales debían de ser hombres " "llenos del Espíritu
Santo" (Hech. 6: 3), elegidos, capacitados y guiados por el Espíritu Santo
(Hech. 13: 2), y nombrados (Hech. 6:5) y ordenados por la iglesia (Hech. 13: 3).
Cuando la iglesia dejó su "primer amor" (Apoc. 2: 4), perdió su pureza
de doctrina, sus elevadas normas de conducta personal y el invisible vínculo
provisto por el Espíritu Santo. En el culto, el formalismo desplazó a la
sencillez. La popularidad y el poder personal llegaron a determinar más y más la
elección de los dirigentes, quienes primero asumieron mayor autoridad dentro de
la iglesia local y después intentaron extender su autoridad sobre las iglesias
vecinas.
La administración de la iglesia local bajo la dirección del
Espíritu Santo finalmente dio paso al autoritarismo eclesiástico en poder de un
solo magistrado, el obispo, a quien cada miembro de iglesia estaba personalmente
sujeto, y únicamente por cuyo intermedio el creyente tenía acceso a la
salvación. Desde entonces los dirigentes sólo pensaron en gobernar la iglesia en
vez de servirla, y el "mayor" ya no era aquel que se consideraba "siervo 862 de
todos". De ese modo, gradualmente se formó el concepto de una jerarquía
sacerdotal que se interpuso entre el cristiano como individuo y su Señor.
Según escritos que se atribuyen a Ignacio de Antioquía -que murió
alrededor del año 117-, la presencia del obispo era esencial para la celebración
de ritos religiosos y para la conducción de los asuntos de la iglesia. Ireneo,
que murió por el año 200, catalogaba a los obispos de las diferentes iglesias
según la edad y la importancia de las iglesias que presidían. Daba especial
honor a las iglesias fundadas por los apóstoles, y sostenía que todas las otras
iglesias debían estar de acuerdo con la iglesia de Roma en asuntos de fe y
doctrina. Tertuliano (m. 225) enseñaba la supremacía del obispo sobre los
presbíteros: ancianos elegidos localmente.
Cipriano (m. hacia el año
258) es considerado como el fundador de la jerarquía católico-romana. Defendía
la teoría de que sólo hay una iglesia verdadera y que fuera de ella no hay
acceso a la salvación. Adelantó la idea de que Pedro había fundado la iglesia en
Roma, y que por lo tanto el obispo de la iglesia de Roma debía ser ensalzado por
encima de los otros obispos, y que sus opiniones y decisiones debían prevalecer
siempre. Recalcó la importancia de la sucesión apostólica directa, afirmó que el
sacerdocio del clero era literal y enseñó que ninguna iglesia podía celebrar
ritos religiosos o atender sus asuntos sin la presencia y consentimiento del
obispo.
Los principales factores que contribuyeron al prestigio y
finalmente a la supremacía del obispo de Roma fueron: (1) Como capital del
imperio y metrópoli del mundo civilizado Roma era el lugar natural para la sede
de una iglesia mundial. (2) La iglesia de Roma era la única en el Occidente que
pretendía tener su origen apostólico, un hecho que, en aquellos días, hacía
parecer como natural el que el obispo de Roma tuviese prioridad sobre los otros
obispos. Roma ocupaba una posición muy honorable aun antes de 100 d. C. (3) El
traslado de la capital política de Roma a Constantinopla realizado por
Constantino (330) dejó al obispo de Roma relativamente libre de la tutela
imperial, y desde ese tiempo el emperador casi siempre apoyó las pretensiones
del obispo de Roma en contra de las de los otros obispos. (4) En parte el
emperador Justiniano apoyó vigorosamente al obispo de Roma e hizo progresar su
causa mediante un edicto imperial que reconocía su supremacía sobre las iglesias
tanto del Oriente como del Occidente. Este edicto no pudo hacerse completamente
efectivo hasta después de que fue quebrantado el dominio ostrogodo sobre Roma en
538. (5) El éxito que tuvo la iglesia de Roma al resistir varios movimientos así
llamados heréticos, especialmente el gnosticismo y el montanismo, le dio una
gran reputación de ortodoxa, y las facciones que en alguna parte estaban en
contienda, a menudo apelaban al obispo de Roma para que fuese el árbitro de sus
diferencias. (6) Las controversias teológicas que dividían y debilitaban la
iglesia en el Oriente dejaron a la iglesia de Roma libre para que se dedicara a
problemas más prácticos y para que aprovechara las oportunidades que surgían a
fin de extender su autoridad. (7) El prestigio político del papado fue
acrecentado por los repetidos éxitos que tuvo al evitar o mitigar los ataques de
los bárbaros contra Roma, y a menudo en ausencia de un dirigente civil, el papa
cumplió en la ciudad las funciones esenciales del gobierno secular. (8) Las
invasiones mahometanas Constituyeron un impedimento para la iglesia del Oriente,
y así eliminaron al único rival de importancia que tenía Roma. (9) Los invasores
bárbaros del Occidente en su mayoría ya estaban nominalmente convertidos al
cristianismo, y esas invasiones libraron al papa del dominio imperial. (10)
Gracias a la conversión de Clodoveo (496), rey de los francos, el papado dispuso
de un fuerte ejército para defender sus intereses y tuvo una ayuda eficiente
para convertir a otras tribus bárbaras.
Haciendo profesión de
cristianismo, Constantino el Grande (m. 337) vinculó la iglesia con el Estado,
subordinó la iglesia al Estado e hizo de la iglesia un instrumento de la
política del Estado. Su reorganización del sistema administrativo del Imperio
Romano llegó a ser el modelo de la administración eclesiástica de la iglesia
romana y así de la jerarquía católico-romana. Más o menos en 343 el sínodo de
Sárdica asignó al obispo de Roma jurisdicción sobre los obispos metropolitanos o
arzobispos. El papa Inocencio 1 (m. 417) pretendía tener una jurisdicción
suprema sobre todo el mundo cristiano, pero no pudo ejercer ese poder.
Agustín (m. 430), uno de los grandes padres de la iglesia y fundador de
la teología medieval, sostenía que Roma siempre había 863 tenido supremacía
sobre las iglesias. Su obra clásica La ciudad de Dios hacía resaltar el ideal
católico de una iglesia universal que rigiera a un Estado universal, y esto dio
la base teórica del papado medieval.
León I (el Grande, m. en 461) fue
el primer obispo de Roma que proclamó que Pedro había sido el primer papa, que
aseguró la sucesión del papado a partir de Pedro, que pretendió que el primado
había sido legado directamente por Jesucristo, y que tuvo éxito en la aplicación
de estos principios eclesiásticos a la administración papal. León I dio su forma
final a la teoría del poder papal e hizo de ese poder una realidad. El fue quien
consiguió un edicto del emperador que declaraba que las decisiones papales
tenían fuerza de ley. Con el apoyo imperial se colocó por encima de los
concilios de la iglesia asumiendo el derecho de definir doctrinas y de dictar
decisiones. El éxito que tuvo al persuadir a Atila que no entrase en Roma (452)
y su intento de detener a Genserico (455) aumentaron su prestigio y el del
papado. León el Grande fue indudablemente un dirigente secular a la vez que
espiritual para su pueblo. Las pretensiones al poder temporal hechas por papas
posteriores estaban basadas mayormente en la supuesta autoridad de documentos
falsificados conocidos como "fraudes piadosos", tales como la así llamada
Donación de Constantino.
La conversión de Clodoveo, caudillo de los
francos, a la fe romana por el año 496, cuando la mayoría de los invasores
bárbaros eran todavía arrianos, dio al papa un poderoso aliado político
dispuesto a reñir las batallas de la iglesia. Durante más de doce siglos la
espada de Francia, la "hija mayor" del papado, fue un instrumento eficaz para la
conversión de hombres a la iglesia de Roma y para mantener la autoridad papal.
El pontificado del papa Gregorio I (el Grande, m. en 604), el primero de
los prelados del medioevo de la iglesia, señala la transición de los tiempos
antiguos a los medievales. Gregorio osadamente asumió el papel, aunque no el
título, de emperador de Occidente. El fue quien puso las bases del poder papal
durante la Edad Media y las posteriores pretensiones absolutistas del papado
datan especialmente de su administración. Gregorio el Grande inició grandes
actividades misioneras, las que extendieron mucho la influencia y la autoridad
de Roma.
Cuando más de un siglo después, los lombardos amenazaban
invadir Italia, el papa recurrió a Pepino, rey de los francos, para que lo
socorriera. Cumpliendo con este pedido, Pepino derrotó completamente a los
lombardos y, en 756, entregó al papa el territorio que les había tomado. Esa
dádiva, comúnmente conocida como Donación de Pepino, señala el origen de los
Estados Pontificios y el comienzo formal del gobierno temporal del papa.
Desde el siglo VII al XI, en términos generales, el poder papal mermó.
El próximo gran papa, y uno de los más grandes de todos, fue Gregorio VII (m.
1085). Proclamó que la iglesia romana nunca había errado y nunca podría errar,
que el papa es juez supremo, que no puede ser juzgado por nadie, que no se puede
apelar de sus decisiones, que sólo él tiene derecho al homenaje de todos los
príncipes y que sólo él puede deponer a reyes y emperadores.
Durante dos
siglos hubo una constante lucha por la supremacía entre el papa y el emperador.
A veces uno, y otras veces otro, lograron un éxito pasajero. El pontificado de
Inocencio III (m. 1216) encontró al papado en el apogeo de su poder y durante el
siglo siguiente estuvo en el cenit de su gloria. Pretendiendo ser el vicario de
Cristo, Inocencio III ejerció todos los privilegios que Gregorio se había
atribuido más de un siglo antes.
Un siglo después de Inocencio III, el
papa medieval ideal, Bonifacio VIII (m. 1303) intentó sin éxito reinar como lo
habían hecho sus ilustres predecesores. Fue el último papa que trató de ejercer
autoridad universal en la forma como lo había hecho Gregorio VII y como lo había
pretendido Inocencio III. La decadencia del poder del papado se hizo plenamente
evidente durante el así llamado cautiverio babilónico (1309-1377), cuando los
franceses trasladaron por fuerza la sede del papado de Roma a Avignon, en
Francia. Poco después del regreso a Roma, comenzó lo que se conoce como el gran
cisma (13781417). Durante ese tiempo hubo por lo menos dos, y a veces tres papas
rivales, cada uno amenazando y excomulgando a sus rivales y pretendiendo ser el
verdadero papa. Como resultado, el papado sufrió una irreparable pérdida de
prestigio a los ojos de los pueblos de Europa. Mucho antes de los tiempos de la
Reforma, dentro y fuera de la Iglesia Católica, se levantaron voces en contra de
sus arrogantes pretensiones y de sus muchos abusos de poder, tanto seculares
como espirituales. El resurgimiento cultural en la Europa occidental
(Renacimiento), la era de los descubrimientos, el desarrollo de fuertes Estados
nacionales, la invención de la imprenta y varios otros factores contribuyeron a
la pérdida gradual del poder papal. Ya al aparecer Martín Lutero habían ocurrido
muchas cosas que socavaron la autoridad de Roma.
Durante la Reforma -que
comúnmente se considera que empezó en 1517 cuando Lutero colocó las noventa y
cinco tesis-, el poder papal fue expulsado de grandes territorios del norte de
Europa. Los esfuerzos del papado por combatir la Reforma se concretaron en la
creación de la Inquisición, del Índice y en la organización de la orden de los
jesuitas. Los jesuitas llegaron a ser el ejército intelectual y espiritual de la
iglesia para la exterminación del protestantismo. Durante casi tres siglos la
iglesia de Roma llevó a cabo una vigorosa lucha que gradualmente fue perdiendo
en contra de las fuerzas que luchaban por la libertad civil y religiosa.
Finalmente, durante la Revolución Francesa, la Iglesia Católica fue
proscrita de Francia: la primera nación de Europa que había patrocinado su
causa, la nación que durante más de doce siglos había defendido las pretensiones
papales y había reñido sus batallas, la nación donde los principios papales
habían sido puestos a prueba más plenamente que en cualquier otro país y habían
sido hallados faltos. En 1798 el gobierno francés ordenó al ejército que estaba
en Italia bajo el comando de Berthier que tomara prisionero al papa. Aunque el
papado continuó, su poder le había sido quitado, y nunca más ha esgrimido el
mismo tipo de poder, ni en la medida en que lo hiciera en tiempos anteriores. En
1870 los Estados Pontificios pasaron a formar parte del reino unido de Italia,
el poder temporal que el papado había ejercido durante más de 1.000 años se
acabó, y el papa voluntariamente llegó a ser "el prisionero del Vaticano" hasta
que su poder temporal fue restaurado en 1929. Ver com. cap. 7: 25.
Este
breve esbozo del crecimiento del poder papal demuestra que éste fue un proceso
gradual que abarcó muchos siglos. Lo mismo ocurrió con su declinación. Se puede
decir que el primer proceso se desarrolló desde aproximadamente el año 100 hasta
el 756; el segundo, desde más o menos 1303 hasta 1870. El papado estuvo en el
apogeo de su poder desde el tiempo de Gregorio VII (1073-85) hasta el de
Bonifacio VIII (1294-1303). Queda pues en claro que no se pueden dar fechas que
señalen una transición precisa entre la insignificancia y la supremacía, o entre
la supremacía y la relativa debilidad. De la misma manera, como ocurre en todos
los procesos históricos, tanto el crecimiento como la caída del papado fueron
procesos graduales.
Sin embargo, por el año 538 el papado estaba
completamente formado y obraba en todos sus aspectos esenciales, y para el año
1798 -1260 años más tarde- había perdido prácticamente todo el poder que había
acumulado durante siglos. La inspiración había asignado 1260 años al papado para
que demostrara sus principios, su política y sus propósitos. De esa manera esas
dos fechas debieran considerarse como principio y fin del período profético del
poder papal.
COMENTARIOS DE ELENA G. DE WHITE T4
CBA LIBRO DE DANIEL CAPÍTULO 7
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